Desde hace varios años existe cierta polémica en el mundo científico en torno a una botella de vino muy especial: la más antigua sin abrir que se haya registrado. ¿Se debe o no se debe abrir dicha botella? Y la gran pregunta de llegar a abrirse, ¿deberíamos beber lo que sea que contenga?

Hablamos de la botella de vino de Speyer, un recipiente sellado, presumiblemente con vino líquido, y cuyo nombre se debe a que fue desenterrada de una tumba romana encontrada cerca de Speyer, Alemania.

Y es que durante los últimos cien años, el Museo Histórico del Palatinado de Alemania ha albergado la famosa pieza histórica. Claro que un siglo no es nada para la botella de vino Speyer, también conocida como Römerwein aus Speyer. Sus oscuros contenidos permanecen intactos dentro de un vidrio transparente desde hace más de 1.600 años.

La botella es de un litro y medio y tiene asas en forma de delfines. La enterraron en la tumba de una pareja noble romana cerca de la ciudad de Speyer. Los investigadores estiman que se remonta a alrededor de 325 dC. Cuando se excavó la tumba en 1867, se encontraron otras botellas similares, pero estaban destrozadas o vacías.

El vino dentro de la botella de Speyer probablemente se hizo de uvas locales que se plantaron durante el mandato romano. También se agregaron hierbas desconocidas, tal vez como saborizante o como conservante.

Sin embargo, el residuo en el interior ya no es exactamente vino, no al menos como lo conocemos. En su lugar, los investigadores han explicado que consiste en una masa sólida y oscura junto a un líquido lechoso. Ocurre que sigue siendo histórico, porque incluso la supervivencia de ese residuo no tiene precedentes.

Una botella inusualmente bien hecha que se mantuvo hermética durante milenios, un sello de cera y una gruesa capa de aceite de oliva preservaron su contenido de cualquier evaporación total. De hecho, se vertió más aceite que vino en la botella, creando así la capa densa y sólida visible a través del vidrio.

Ante la gran pregunta, ¿deberíamos abrirla y beberla? Si bien los científicos han considerado acceder al líquido para analizar más a fondo el contenido, desde comienzos de este 2018 la botella se decidió que debía permanecer intacta, sin abrir, debido a las preocupaciones sobre cómo reaccionaría su contenido cuando se expusiera al aire.

Bajo el supuesto de que un día se decidiera abrir, ¿se podría beber? Sí, al menos a nivel microbiológico. Los investigadores dicen que probablemente no matará a nadie que decida hacerlo, aunque el vino no tendrá un buen sabor.

En cualquier caso, el que desee paladear su contenido primero tendrá que luchar con el personal del museo y la mayoría de científicos, quienes se niegan a abrir la botella incluso para la investigación.

¿La razón? Al parecer, la mayoría tiene demasiado miedo de manipular la botella y tener un accidente. Y no les podemos culpar, no sé si es más aterrador tirar la botella de vino sin abrir más antigua del mundo o, de hecho, simplemente beberla.